lunes, 21 de julio de 2014

Jehová Nissi (Éxodo 17:8-16)

Jehová Nissi "El Señor es mi estandarte
(Éxodo 17:8-16)
Éxodo nos narra la historia de la batalla de Israel con Amalec. Amalec fue el primer enemigo con que se enfrentó Israel luego de salir de Egipto. Amalec era nieto de Esaú y descendiente directo de Isaac.
Amalec era un hombre que no tenía temor ni respeto por Dios. Al igual que su abuelo prefirió desobedecer y despreciar las bendiciones de Dios por perseguir el placer de la carne.
En esta guerra narrada en Éxodo 17 aparece también Moisés, Aaron, Hur y Josué. Josué descendió a pelear contra Amalec, mientras Moisés se quedó en un monte orando con sus manos alzadas al cielo. Mientras Moisés mantenía sus manos alzadas Israel prevalecía contra Amalec. Pero cuando se cansaba y bajaba sus brazos Amalec ganaba. Por eso Aaron y Hur sostuvieron los brazos de Moisés y así fue como Israel logró derrotar a Amalec.
Esta historia real es también una analogía de nuestra vida diaria. Día con día el creyente libra una guerra. La guerra contra la carne. El espíritu dice "haz lo correcto", pero la carne dice "No. Has lo malo" (Gálatas 5:17). Es una lucha diaria. La única forma en que podemos ganar esta batalla es orando y obedeciendo a Dios, como lo hizo Moisés. Mientras mantengamos nuestros brazos alzados (oración, lectura/estudio de la Biblia) tendremos victoria sobre los deseos de la carne. Pero si dejamos de hacerlo, nos cansamos y bajamos los brazos, entonces los deseos de la carne nos consumirá.
Esta es una guerra que no se puede librar solo. Necesitas de la ayuda de personas como Aaron y Hur. Amigos creyentes que te apoyen en oración, que sean capaces de confrontarte cuando te equivocas y de corregirte si es necesario. Amigos que te motiven a hacer lo correcto.
En la antigüedad cuando los soldados salían a la guerra, en su frente de batalla llevaban su estandarte delante de ellos. Este objeto no solo servía para identificarles, también les ayudaba a recordar por quién o en nombre de quién luchaban. Además el estandarte era un símbolo de esperanza. Valía la pena perder la vida con tal de tener un mejor reino, más fuerte, más poderoso. 
Para nosotros el estandarte también es la figura que nos da esperanza y un punto focal. Cuando ponemos nuestra mirada en el estandarte recordamos por qué es que luchamos y para quién es que luchamos. El estandarte nos ayuda a no perder el objetivo. Nuestro estandarte es Dios. El nos da esperanza. Nos recuerda que si perseveramos en nuestra fe y su Palabra, podremos gozar de su voluntad que es buena agradable y perfecta (Ro. 12:1-3). 
En esta analogía Josué es la imagen de Jesucristo. Mientras Moisés oraba Josué estaba en el campo de batalla. Josué era quien luchaba, quien sostenía la espada y eliminaba al enemigo. De la misma forma, cuando oramos, leemos las Escrituras y las obedecemos Jesús nos da la victoria. Es Jesús quién pelea por nosotros, porque en nuestras fuerzas solamente no podríamos eliminar los deseos y pasiones que vienen de la carne. 

¿Es Dios tu estandarte? ¿Estas dispuesto levantar tus brazos y entregar tus batallas a Dios? ¿Cuáles son las batallas que estás enfrentando hoy?