Mateo 14; Marcos 6 30-42; Juan
6: 1-59 – los fanáticos de Jesús –
La escena
La historia se
desarrolla en el marco de uno de los milagros más grandes de Jesús. La
alimentación de los cinco mil. Jesús se encuentra en el mar de Galilea.
Todo comienza porque MUCHA gente comienza a seguir a Jesús. Esto por
los milagros que el hacía (v2). Al ver Jesús tanta gente, decide subir a un
monte con sus discípulos. Ve la necesidad intrínseca de la gente (necesidad
interior). Tiene compasión de ellos y comienza a enseñarles. Llevaban mucha distancia siguiéndole y era tiempo de descansar. Conforme avanza
el tiempo, sus discípulos se comienzan a preocupar y le dicen a Jesús que los
despida ya para que vayan a conseguir su propia comida. Los discípulos solo ven
la necesidad física, pero no tienen la fe ni la iniciativa para resolverlo.
Jesús entonces aprovecha la oportunidad para dar una cátedra de fe a sus
discípulos (v5-7).
Aparece un pequeño en la escena. Aparentemente, al ver la necesidad,
voluntariamente decide ofrecer su comida para que Jesús haga lo que
mejor sabe hacer. Volver lo imposible en posible. Este chavito, sin ser un
reconocido discípulo, mostró más fe que los padres de la iglesia. Jesús hace el milagro y con 5 panes y 2 peces
alimenta a 5,000 hombres, sin contar las mujeres y los niños. Y todavía
recogieron 12 canastas llenas con la comida que sobró.
El interés de la gente
Después de
tremendo milagro, la gente se fue a descansar a las aldeas de alrededor. Al día
siguiente regresan ansiosos por más. Pero se llevan la sorpresa que Jesús y sus
discípulos ya no están. Por lo tanto, se van detrás de ellos a seguir a Jesús y
ver qué más pueden obtener de él. Cuando lo encuentran, Jesús les revela lo que
hay en su corazón. Esta gente no estaba buscando a Jesús por los milagros ni
por las enseñanzas y mucho menos para ser sus discípulos, sino porque esperaban
convertirle en Rey. Imagínense, un Rey que les de comida gratis sin pagar un
centavo, salud totalmente gratuita sin necesidad de comprar medicamentos ni
asistir a consultas. Parecía ser un buen negocio. Pero ellos no comprendían
quién realmente era Jesús y por qué hacía estas señales y milagros. Claro, lo
hacía para que ellos creyeran que él era el Hijo de Dios, el Mesías prometido,
el Salvador de sus almas.
Más adelante, aún cuando Jesús les explicó quién era él y lo que ellos
debían hacer para gozar la vida eterna, no atendieron (o no quicieron entender) y comenzaron a
hablar disparates, confundiéndose más entre ellos mismos.
Jesús no quería la fama
A través de
esta historia, podemos ver que Jesucristo no buscaba la fama, la gloria ni la
atención ciega de la gente. A pesar que si obtuvo fama por sus milagros y señales, este
no era su propósito. Podemos ver a través de este relato que la gente comenzó a
ejercer un fanatismo por la persona de Jesús, mas no por sus enseñanzas, que
eran las que al final iban a revelarles quién era él. La gente estaba
interesada en el show, en los milagros, las señales y las soluciones inmediatas
a sus problemas. Pero cuando venía el momento de la prueba o el reto de
convicción, no querían hacer el sacrificio de dejar su comodidad, familia y
demás cosas que les daban seguridad. Muchos fueron los llamados pero, pocos los
elegidos (Mt. 22:14).
Jesucristo no
espera que le sigan ciegamente. El espera que nosotros le sigamos con los ojos
bien abiertos, viendo en dónde ponemos cada pie y sobre todo, que hagamos y
seamos lo que el quiere. Es decir, que guardemos su Palabra y la pongamos por
obra en nuestras vidas.
En mi opinión, ese es el problema del fanatismo. Este dura mientras existan las victorias, las alegrías y satisfacciones (señales, milagros). Una vez esto se desvanece, desvanece también la alegría, la emoción y el orgullo entre otras cosas. Otro lado de la cara del fanatismo es que este lleva a cometer estupideces. Gente que se pelea, mata, roba y sin fin de cosas más “en nombre” de su equipo, artista, partido político o dios. Sin embargo Jesús no pide más que ser un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Es decir, amarle a él y a nuestro prójimo y no conformarnos a este mundo (Romanos 12). No es fácil, claro está. Por eso la gente se inclina más por las estupideces.
Seamos cuidadosos de no caer en el fanatismo, ya sea religioso, deportivo, político o artístico. Dios no espera ni quiere que seamos fanáticos de él. Simplemente espera que seamos obedientes y hacedores de su Palabra. Que vivamos una vida de acuerdo a su código de conducta moral, ética y espiritual.
Para quien pueda preguntar o creer que el evangelismo es una forma de mostrar fanatismo religioso, solo puedo decirles una cosa. Nuestro deber como Hijos de Dios, es compartir el mensaje de Salvación con el mundo entero (Juan 3:16). No nos toca a nosotros convencer a la gente a creer en lo que nosotros creemos. Ese es trabajo del Espíritu Santo (Juan 16:7-11). El fanático por el contrario, procura convencer a la otra parte a creer en sus mismos ideales y pensamientos a toda costa.
La paz de Dios sea con cada uno de nosotros. |